Por muy cansada que esté, y por muy ajetreada que haya sido mi semana, mi cita con ARCO nunca falla. Con cierta desgana nada más comenzar por la abrumadora cantidad de galerías y de obras, cogí mi cámara y me puse manos a la obra. Si bien es cierto que he quedado estupefacta por algunas de las piezas que he visto, he encontrado otras que han conseguido llamar mi atención e incluso hacerme desear tener unos cuantos bastantes miles de euros para llevármelas a casa. Cada año soy más crítica y más exigente con lo que veo en ARCO, o al menos así lo he sentido este año. Pocas cosas que de verdad me merecieran la pena hacerles una foto para hablar de ellas después. Los clásicos, siempre presentes Es indiscutible que el arte clásico sigue siendo referencia y fuente de inspiración para los artistas del siglo XXI. Un artista siempre tiene que mirar atrás para aprender, entender, valorar, sentir, y dejarse invadir por lo que hicieron sus antecesores. ARCO es un lugar idóneo par
Si hace doce años me preguntaran cuál es mi artista favorito, no tendría ninguna duda: Edvard Munch. Con mi escasa formación en Historia del Arte por aquel entonces, es entendible que me gustara uno de los artistas más icónicos del arte vanguardista. Con los años, la investigación, y la formación, he conocido a otros tantos artistas que me conmuevan más o menos que Munch, pero él siempre estará en mi top ten . Edvard Munch es mundialmente conocido por su obra El grito . Y tal es el reconocimiento de esta obra, que ha inspirado películas comerciales de terror adolescente ( Scream ) e incluso ha dado el salto al mundo digital contemporáneo convirtiéndose en un emoticono del Whatsapp. Es una de esas obras icónicas ( mainstream que se dice ahora) que todo el mundo ha visto y que todos reconocen, al igual que la Gioconda de Leonardo o Los girasoles de Van Gogh. "El Grito" es una de las obras más reconocidas de Munch Pero así como Van Gogh es más que unos giraso